«Su ángel aguardaba paciente, en silencio, guiñando a la muerte
mientras sus células crecían imparables, ruidosas, guiñando a la vida, saturando y arrasando todo a su paso. Como si le concedieran una última prórroga.»

Para Wolfgy.

(Estrenado por la Orquesta de Córdoba el 5 de marzo de 2015 en el Conservatorio Superior de Música «Rafael Orozco» de Córdoba. Director: Miguel Romero Sirvent).

La lucha y atracción de contrarios, de elementos opuestos y lejanos que finalmente acaban acercándose y fusionándose como un continuo lógico e inevitable, es evocada en esta obra a tres niveles: en primer lugar, con un uso contrastante de parámetros musicales, tales como el ritmo, la dinámica, la densidad y especialmente la interválica, donde la tensión creciente creada por su progresivo estrechamiento acaba paradójicamente resolviendo por inercia en un unísono que disuelve dicha tensión; el segundo nivel sería vital, recogiendo la metáfora musical de un cáncer que, en un “exceso” de vida, provoca un crecimiento descontrolado de sus células que acaban destruyendo todo a su paso, resolviendo dicha tensión en un vacío, la muerte; y el tercer nivel nos lleva, por inercia de los anteriores, a la duda de la existencia de un alma que se insinúa en un recuerdo, como si la ausencia de la persona provocara, contradictoriamente, un aumento de su presencia, su “aparición”, a través de nuestra memoria.

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