-«¡¡Papi, te presento POR FIN a Pepe!! ¿A que tenías muchas ganas de conocerlo?».
-«¡Uy, sí!, unas ganas locas por saber quién es el que pretende casarse con mi única hija y, dicho sea de paso, la única heredera del emporio «Golzálvez-Montanejos», pero seguro que eso ya lo sabes, ¿verdad, chaval? Encantado. Vaya, eso de vivir tan lejos de nuestra familia… ya quería yo pillarte por banda. A ver, cuéntame, ¿A qué te dedicas por esas tierras andaluzas donde se vive tan bien y se trabaja tan poco?, je, je, porque Paulina me ha contado no sé qué de que te dedicas a enseñarles música a los niños y que te estás preparando unas oposiciones a no sé qué. ¿Todo eso cómo se llama?»
-«Bueno… la verdad es que soy trombonista».
-«¿Tromboqué…? Será trompetista, ¿no?»
-«Trombonista, señor. Las trompetas están afinadas en si bemol y a mí nunca se me dió bien el transporte».
-«Vaya, vaya… Transportista. No, no, si está muy bien. Es que nunca habíamos tenido un músico transportista en la familia. ¿Y eso da para vivir? Bueno, espero que te lo pases bien antes de VOLVER para tu tierra… (Aparte) Paulina, esta noche tenemos que hablar tú y yo».
Y es que a quién se le ocurre, Pepe. Dile que acabaste una licenciatura de 14 años con las mejores notas, que llevas 5 años de interino y que compaginas tu actividad docente en el Conservatorio de tu ciudad con un taller en el que enseñas música a niños con pocos recursos, pero no digas que eres trombonista, picha, ni músico. Para eso, di mejor que eres un juerguista, un mujeriego, que le das a la farlopa y que aspiras a dar el braguetazo del siglo, que es más o menos lo mismo que decir que eres músico.
Por eso yo soy estanquero, para que no se metan conmigo.
Es verdad que no todo el mundo tiene esta opinión de los músicos, pero esta anécdota inventada no tiene mucho de exageración. El s.XX, con el Jazz y el «Sexo, Drogas y Rock´n´Roll», puede tener algo de culpa, pero ¿en qué etapa de nuestra vida hemos hecho más locuras y pamplinas? Si hacemos un paralelismo entre la vida y la historia de la música, hay un periodo musical que siempre he relacionado con la adolescencia: el romanticismo, que también es, en cierta parte, responsable de la imagen díscola del músico. No soy el más indicado para extenderme sobre este periodo artístico, ni para justificar el paralelismo. Es una opinión subjetiva.
Así pues, vamos con uno de los «adolescentes» de este periodo. He pillado algunos fragmentos de diversas páginas de internet sobre él:
«…Robert Schumann estaba convencido de que los ángeles le dictaban sus composiciones».
«…La vida de Robert Schumann (1810-1856) estuvo marcada por sucesivos episodios de crisis emocionales y depresivas, comportamientos obsesivos e intentos de suicidio que finalmente le llevaron a ser internado en un sanatorio psiquiátrico en Enderlich, próximo a Bonn, donde finalmente falleció. A los veintidós años de edad, la carrera de Schumann como virtuoso del piano se vio frustrada como consecuencia de una obsesiva idea de fortalecer e independizar los movimientos del cuarto dedo y conseguir así mayor flexibilidad en sus manos. Con tal propósito crea un artefacto de madera que sujeta su dedo anular y estira los demás, lo que le provoca una anquilosis de la mano, arruinando así cualquier expectativa de triunfo como intérprete. Esta desafortunada lesión lleva a Schumann a un estado depresivo, que se agravó tras el suicidio de su hermana Emilia. Los primeros síntomas de su débil estado mental le sobrevienen a los veintitrés años: Desvanecimientos, hemorragias, respiración entrecortada, crisis de angustia, que culminan en una noche de terror en que se «siente volver loco» e intenta, para librarse del sufrimiento interior, tirarse por la ventana. Pasa unos meses aislado, indiferente a cuanto le rodea, irritable e inactivo. Cede la crisis y reanuda su vida como compositor y crítico musical, pero le queda para siempre como secuela la fobia a los cuchillos y a los pisos altos«.
«…Las fases depresivas de Schumann se suceden en diversos grados de intensidad y su obsesión por el silencio le lleva a cambiar de domicilio en cuatro ocasiones. En los últimos años de su vida, que coinciden con una mayor actividad compositiva se agravan los desajustes emocionales de Schumann y comienzan a perturbarle alucinaciones visuales y auditivas. Voces y gritos que incluso le hacen creer que “Mendelssohn y Schubert le dictan desde sus tumbas melodías sublimes, y que por ello todos le envidian y persiguen”. Dos años antes de su muerte, Schumann vivía obsesionado con acúfenos (sonidos producidos por el propio oído) entre los que sobresalía la nota «la» y que le ocasionaron un gran sufrimiento psicológico. Resulta significativa la carta que el violinista y compositor Joseph Joachim (1831-1907) envió el 18 de febrero de 1854 a Albert Dietrich, discípulo predilecto de Schumann. En algunos de sus pasajes, Dietrich describe con detalle las alucinaciones que padece su maestro: En una carta reciente a Brahms le insinué que los nervios de Schumann estaban en bastante mal estado. Esto ha ido empeorando día tras día: escuchaba música continuamente, a veces de la más bella factura, pero a menudo espantosa. Posteriormente se añadieron voces de fantasmas que, según él pensaba, le gritaban cosas terribles y maravillosas al oído. El sábado pasado fue presa por primera vez de un violento arrebato de desesperación. Desde ese momento la mente de Schumann se vio obviamente afectada; los fantasmas no le dejaron ni un momento en paz».
«….En esta época, la tortura que le provocan las visiones y constante depresiones, le conduce a intentar suicidarse en el Rhin, siendo rescatado por unos pescadores, tal y como relata Dietrich en la carta anterior: El pasado lunes hacia el mediodía se las arregló para escaparse de casa. Hasenclever [médico de Schumann], yo y muchos otros le buscamos en vano hasta después de la una. Sobre esta hora fue devuelto a casa por cuatro barqueros. Lo habían rescatado del Rhin; se había tirado al río saltando desde la mitad del puente. Ahora, como antes, está aparentemente cuerdo, y sin embargo su mente está tan afectada que los médicos no albergan esperanzas de que pueda recuperarse en breve».
«…El 28 de julio de 1856, Robert Schumann fallece internado en un sanatorio mental y alejado de su esposa Clara Wieck, de sus hijos y de su música. La teoría más aceptada sobre el padecimiento de Schumann le atribuye un trastorno bipolar o psicosis maniaco-depresiva o una esquizofrenia».
Pío Baroja decía: «La música es un arte que está fuera de los límites de la razón, lo mismo puede decirse que está por debajo como que se encuentra por encima de ella».